El organismo necesita de una serie de ejercicios físicos. Los beneficios son salud para el cuerpo. Y debe hacerse de forma rutinaria y mejor si se está acompañado de un profesional que, previamente, haya completado un curso de entrenador personal. Estas personas están preparadas para buscar los ejercicios adecuados a cada persona y guiarle hasta alcanzar el objetivo. Un proceso donde no todo es actividad física, sino que debe prestarse atención al ‘entrenamiento inteligente’.
¿Y qué entendemos por entrenamiento inteligente? Consiste en un enfoque global que aúna la realización de ejercicios físicos con un programa nutricional adecuado a cada persona, así como una serie de actividades orientadas al bienestar mental. El entrenamiento inteligente, en conclusión, cuenta con un enfoque claro: si se cuida la alimentación y la mente está fuerte y sana se conseguirá un mejor rendimiento físico. Por consiguiente, los entrenadores personales también deben disponer de conocimientos para encontrar ese equilibrio entre mente y cuerpo.
Nutrición: la energía del entrenamiento físico
El rendimiento deportivo requiere de otros factores más allá del mero entrenamiento físico. Un buen descanso, por ejemplo. Y aún más importante la alimentación, la cual sirve como gasolina para el organismo. Si se cuida la ingesta de nutrientes, toda persona irá mejorando sus resultados físicos, así como acortará los tiempos de recuperación en caso de un percance.
Los entrenadores personales deben disponer de conocimientos suficientes para crear planes dietéticos personalizados a cada persona. En toda formación, un entrenador personal cuenta con conocimientos acerca de:
- Proteínas: la cantidad y la calidad de las mismas son esenciales para que el organismo se recupere tras un esfuerzo físico. Las proteínas trabajan en los tejidos y músculos a los que se ha exigido.
- Hidratos de carbono: son la principal fuente de energía del organismo en los entrenamientos de alta intensidad y ayudan a mantener un rendimiento acorde con los objetivos.
- Grasas: no todas las grasas son insanas; algunas, las consideradas buenas aportan energía y equilibran el sistema hormonal.
- Hidratación: el consumo de líquidos (preferentemente agua) ayudan a que el rendimiento sea correcto, reduce la fatiga y contribuyen a una mejor recuperación después de la actividad física.
Asimismo, una buena alimentación ayuda a perder peso o ganar masa muscular en función de los propósitos deseados en la realización de la actividad física. Una labor que debe completarse con una correcta gestión del bienestar mental del usuario. Es decir: reducir los niveles de estrés y ansiedad; potenciar la confianza en uno mismo; dar apoyo al usuario para que éstos se sientan respaldados mentalmente; y generar una motivación constante. Este cuadro de salud mental se consigue mediante estrategias como las siguientes:
- Objetivos realistas: el éxito o fracaso de un plan de entrenamiento recae, en un alto porcentaje, en el establecimiento de metas intermedias que ayudarán al usuario a fortalecer su estado de ánimo al comprobar que su esfuerzo ofrece una serie de resultados.
- Técnicas de motivación/meditación: actividades como el mindfulness o la meditación son aliados perfectos para que el usuario desbloquee su mente durante ese momento de la actividad física. Se enfoca el objetivo concreto y se consigue eliminar el estrés y ansiedad, potenciar la concentración y disponer de una mentalidad positiva.