Por: Lic. César Sánchez Olivencia
La política nacional de salud debe tener como propósito la disposición de condiciones que garanticen la buena salud para toda la población. Las acciones tienen que ser multisectoriales. La razón es simple: ¿puede haber salud sin haber agua potable? Por supuesto que sin agua no hay salud. La responsabilidad recae sobre los tres niveles de gobierno: el nacional, el regional y el local. Y en este marco, la comunidad organizada tiene un papel decisivo para defender la salud y la vida de la población.
Una política de salud responsable debe velar por incluir en sus planes a los factores conducentes a que se mantenga la salud entre la población. No se trata de las clásicas fases de promoción, prevención y recuperación que figuran en los planes operativos. Existen con nombre propio o sin él, intervenciones públicas dirigidas al establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de los factores estructurales de la buena salud. Se trata de políticas, económicas, sociales y culturales encaminadas a mejorar la salud. Se refiere a la integralidad de la política de salud.
Estas políticas de Estado forman parte de la estructura política, social y económica de la sociedad Si bien no están incluidas en la mayoría de los planes nacionales de salud, interactúan en el proceso natural de la salud humana. Las estadísticas demuestran que países con menores índices de desigualdad tienen mejores niveles de salud. Por tanto, las políticas públicas transversales que combaten la pobreza y la desigualdad, forman parte íntima de la política nacional de salud.
El sector salud también debe incluir un segundo tipo de políticas públicas dirigidas a individuos, que se orienten a lograr cambios en el comportamiento individual y de los estilos de vida. Los estilos de vida enfocan la responsabilidad de la salud de la población en el individuo en vez de hacerlo sobre las instituciones públicas que son primariamente responsables de los determinantes estructurales. Los gobiernos tienden a enfatizar el segundo tipo de intervenciones sobre las del primer tipo (las estructurales) que son las más efectivas para mejorar la salud de la población.
Existe un tercer tipo de política de salud que conecta a los dos tipos anteriores: el estilo de vida con las determinantes estructurales. A través de esta fase se relaciona las responsabilidades colectivas e individuales para la creación de las condiciones que aseguren buena salud. Esta intervención incluye motivar a los individuos para llegar a involucrarse en los esfuerzos colectivos para mejorar los determinantes estructurales de la salud: reducción de la desigualdad social o la eliminación de las condiciones injustas, que producen, mantienen o agudizan laPor: Lic. César Sánchez Olivencia
Por: Lic. César Sánchez Olivencia
Una política de salud responsable debe velar por incluir en sus planes a los factores conducentes a que se mantenga la salud entre la población. No se trata de las clásicas fases de promoción, prevención y recuperación que figuran en los planes operativos. Existen con nombre propio o sin él, intervenciones públicas dirigidas al establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de los factores estructurales de la buena salud. Se trata de políticas, económicas, sociales y culturales encaminadas a mejorar la salud. Se refiere a la integralidad de la política de salud.
Estas políticas de Estado forman parte de la estructura política, social y económica de la sociedad Si bien no están incluidas en la mayoría de los planes nacionales de salud, interactúan en el proceso natural de la salud humana. Las estadísticas demuestran que países con menores índices de desigualdad tienen mejores niveles de salud. Por tanto, las políticas públicas transversales que combaten la pobreza y la desigualdad, forman parte íntima de la política nacional de salud.
El sector salud también debe incluir un segundo tipo de políticas públicas dirigidas a individuos, que se orienten a lograr cambios en el comportamiento individual y de los estilos de vida. Los estilos de vida enfocan la responsabilidad de la salud de la población en el individuo en vez de hacerlo sobre las instituciones públicas que son primariamente responsables de los determinantes estructurales. Los gobiernos tienden a enfatizar el segundo tipo de intervenciones sobre las del primer tipo (las estructurales) que son las más efectivas para mejorar la salud de la población.
Existe un tercer tipo de política de salud que conecta a los dos tipos anteriores: el estilo de vida con las determinantes estructurales. A través de esta fase se relaciona las responsabilidades colectivas e individuales para la creación de las condiciones que aseguren buena salud. Esta intervención incluye motivar a los individuos para llegar a involucrarse en los esfuerzos colectivos para mejorar los determinantes estructurales de la salud: reducción de la desigualdad social o la eliminación de las condiciones injustas, que producen, mantienen o agudizan la enfermedad. La salud es un problema complejo que requiere una solución integral.