A diferencia de otras criaturas vivientes, el sexo entre el hombre y la mujer no sirve exclusivamente para la procreación. La sexualidad recreativa hasta hace 50 años solo había sido posible para el hombre; para las mujeres siempre estaba eclipsada por el miedo a un embarazo no deseado. La píldora liberó a las mujeres de este miedo, e hizo avanzar la causa de la igualdad sexual femenina.
Aunque la píldora suscitó una considerable condena moral, las cifras de venta revelaron que, en la intimidad de sus hogares, las mujeres en general no se oponían a tomarla con regularidad. A fines del año 1961 medio millón de norteamericanas ingerían la píldora, y este número se dobló sobradamente el año siguiente.
Desde entonces, los laboratorios han trabajado para crear una variedad de versiones más seguras en el campo de los contraceptivos orales, con menos efectos colaterales. Por eso el tener hijos dejó de ser una “decisión del destino”. Una amplia variedad de métodos anticonceptivos permite a la mujer disfrutar de su sexualidad y decidir, por ella misma, si desea tener hijos y, si es así, cuándo y cuántos
Los primeros anticonceptivos orales comenzaron a usarse en la década del 50, cuando se descubrió la influencia de ciertas hormonas sobre el ciclo menstrual. Después de realizar varias pruebas, en 1961 salió a la venta el primer anticonceptivo hormonal oral, cuyo mecanismo de acción es impedir la ovulación, además de modificar la mucosa del útero y el moco cervical.
Durante estas las siguientes dos décadas, Schering refuerza su liderazgo y lanza numerosos productos innovadores, que reducen progresivamente la dosis hormonal de la píldora, como la introducción de un nuevo progestágeno como el acetato de ciproterona que ofrece al mismo tiempo una excelente protección anticonceptiva y ayuda a combatir el cutis muy grasoso, acné o el crecimiento exagerado de vellos, que se da en mujeres que producen en forma natural mayor cantidad de testosterona, la hormona masculina.
Con la llegada del nuevo milenio, las investigaciones científicas no cesan y se centran en la reducción de la dosis hormonal y la introducción de nuevos componentes, que minimizan las consecuencias nocivas y aumentan los beneficios para la salud y la calidad de vida de las mujeres, como el ofrecido por los científicos de Bayer Schering Pharma con la drospirenona, que evita la retención de agua, que es por cierto, el origen del mito de que la píldora anticonceptiva hace aumentar de peso.
Hoy en día, la protección anticonceptiva es muy alta y los efectos secundarios indeseados prácticamente no existen. Como resultado de ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que los anticonceptivos orales pueden tomarse de por vida, sin interrupciones.
Estas pequeñas tabletas, del tamaño de una lenteja, estaban destinadas a cambiar el mundo e iniciar una revolución hace 50 años. Pero ha sido un largo camino desde entonces…
ANTECEDENTES:
Hace 4000 años
Se tiene constancia de la existencia de medicinas anticonceptivas desde hace 4.000 años, cuando en el Antiguo Egipto se molían semillas de granada para aprovechar el efecto anticonceptivo de esta fruta. La primera prescripción de un anticonceptivo data del año 1550 a.C. y estaba compuesto por excrementos de cocodrilo, que la mujer debía ponerse en la vagina antes de tener relaciones sexuales. En la Edad Media se utilizaban condones de intestino de animales o piel de pescado, de escasa eficacia.
1910 a 1930
El fisiólogo Ludwig Haberlandt (1885-1932) realiza en 1901 la primera investigación seria al demostrar que la menstruación está regulada por hormonas producidas centralmente en el cerebro y en los ovarios femeninos. Años después descubre el principio de la píldora, al demostrar que el trasplante de ovarios de conejas embarazadas a hembras no embarazadas inhibe la ovulación. En 1928, Schering –compañía ahora integrada en Bayer Schering Pharma– lanza al mercado Progynon®, el primer fármaco hormonal.
1930 a 1950
Las investigaciones científicas durante la década de 1930 se centran en el aislamiento de hormonas sexuales femeninas. En 1938, el laboratorio central de Schering desarrolla el etinilestradiol, el primer estrógeno activo por vía oral del mundo. Esta sustancia sigue siendo un componente esencial de los anticonceptivos orales clásicos que se comercializan en la actualidad.
1950 a 1960
Margaret Sanger, fundadora de la Federación de Planificación Familiar de Estados Unidos (American Planned Parenthood Federation), convence al bioquímico Gregory Pincus de la necesidad de desarrollar un anticonceptivo hormonal. En 1956 se realiza el primer ensayo clínico a gran escala y en 1960 se registra Enovid® como anticonceptivo en EE UU.
1960-1965
El 1 de junio de 1961 Schering AG lanza en Alemania Occidental Anovlar®, el primer anticonceptivo oral comercializado en Europa, que solo se vende en farmacias con receta médica.
1965 a 1970
En sus primeros años de comercialización, la píldora genera una gran controversia en Europa y solo se recomienda en mujeres casadas, para regular trastornos menstruales. La situación cambiaría con la revuelta estudiantil de 1968, en la que la píldora se convierte en un símbolo de la libertad sexual.
1970 a 1990
La revolución sexual muestra sus efectos. La píldora ya no es una manzana de la discordia. Millones de mujeres la usan como algo cotidiano. Esta situación provoca una alarma en Alemania, al atribuirse a la píldora el descenso de natalidad, aunque posteriormente debates científicos y demográficos niegan esta acusación. Durante estas dos décadas, Schering refuerza su liderazgo y lanza numerosos productos innovadores, que reducen progresivamente la dosis hormonal de la píldora.
1990 a 2010
La píldora y el resto de métodos anticonceptivos ya están considerados como una parte normal de la vida en las sociedades del Primer Mundo. Las investigaciones científicas no cesan y se centran en la reducción de la dosis hormonal y la introducción de nuevos componentes, que minimizan las consecuencias nocivas y aumentan los beneficios para la salud y la calidad de vida de las mujeres.