Las personas se han asustado por noticias exageradas sobre el posible impacto de un asteroide que podría destruir a toda la humanidad. Por ejemplo, en 2019 hubo un temor generalizado sobre el supuesto choque de un asteroide con el planeta Tierra, que tendría lugar el 3 de octubre. Finalmente, nada ocurrió, pero es bueno preguntarse: ¿qué tan preparado está el ser humano para afrontar una amenaza como esta?
Por supuesto, en este tipo de situaciones es la misma ciencia y la tecnología las que podrían otorgar una solución. En los últimos años, un equipo de la compañía aeroespacial europea Airbus ha venido desarrollando una serie de estudios sobre las formas o estrategias a las que podría recurrir el ser humano en caso de verse realmente amenazado por un asteroide.
Así, los primeros análisis arrojan que, aunque aún no se puede pensar en una solución definitiva teniendo en cuenta que hay que considerar el tamaño del cuerpo espacial que viajaría con rumbo hacia la Tierra, una posible idea sería intentar desviar el asteroide con ayuda de los satélites artificiales.
De acuerdo con el estudio, encargado por la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés), la mejor forma de contrarrestar la amenaza del apocalipsis es con un concepto llamado Fast Kinetic Deflection (FastKD), que no es otra cosa que intentar estrellar cierta cantidad de satélites contra el asteroide para que de esta forma este se pueda desviar.
“Estas plataformas de telecomunicaciones (los satélites artificiales), además de ser grandes y pesadas, también se construyen con una frecuencia bastante alta”, explicó Albert Falke, director del estudio FastKD para Airbus.
Según el experto, los satélites de telecomunicaciones que giran en la órbita geoestacionaria de la Tierra, a una altura de unos 36 mil kilómetros, pueden ser la salvación del planeta en caso de una situación de emergencia espacial. Este tipo de artefactos tienen el tamaño de un autobús pequeño, por lo que su peso oscila entre unas cuatro a seis toneladas, lo que los hace perfectos para chocarlos contra una roca espacial y así cambiar su trayectoria.
De esta forma, por ejemplo, en el caso de que un asteroide de 300 metros se acerque a la Tierra, lo ideal es tomar diez de estos satélites y obligarlos a chocar contra este, uno detrás del otro, en un corto período de tiempo entre cada uno.
Ahora bien, Falke explica que el verdadero problema no es el número de satélites, sino poder descubrir a tiempo la amenaza celeste, y tenerlos listos para su colisión.
“La detección de asteroides ha mejorado mucho en las últimas décadas (…) Hay enormes programas de observación, en su mayoría impulsados por la NASA. Por lo tanto, todos los grandes asteroides, de 1 km (0,6 millas) de tamaño y más grandes deben ser conocidos. Pero, por supuesto, hay algunos que no se pudieron observar en el pasado debido a sus órbitas. Son de seis a ocho años, y su último acercamiento puede haber sido antes de que estos telescopios fueran instalado”, explicó el experto.
Por esto, para Falke es importante empezar a realizar pruebas con asteroides pequeños y cercanos, con el fin de estar preparados en caso de la aparición imprevista de una roca espacial y cuya amenaza no permita mucho tiempo de reacción.
“Necesitamos tener planes concretos sobre cómo hacer este módulo de deflexión y ponerlo en la plataforma de telecomunicaciones (…) Entonces necesitamos realizar una actividad de prueba y calificación muy rápida antes de colocar este sistema de deflexión en la plataforma de lanzamiento”, finalizó.
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