Científicos que excavaban en un desierto peruano han encontrado los huesos fosilizados de lo que, según ellos, podría haber sido el animal más pesado que jamás haya existido: una extraña ballena antigua que podría haber tenido una cabeza diminuta unida a un cuerpo gigante e hinchado.
La ballena desaparecida hace mucho tiempo, ahora llamada Perucetus colossus, tenía un esqueleto que podía pesar entre dos y tres veces más que el de una ballena azul. La ballena azul es el animal más pesado que existe en la actualidad. Hasta ahora, los paleontólogos no habían encontrado nada que pudiera compararse con ese monstruo. Según Scientific American y National Geographic.
"Es una afirmación extraordinaria -el animal más pesado descrito hasta ahora-, por lo que requiere pruebas extraordinarias, y creo que lo han demostrado de forma convincente", afirma Annalisa Berta, paleontóloga jubilada y profesora emérita de la Universidad Estatal de San Diego, que no participó en la nueva investigación. El estudio se publicó el 2 de agosto en la revista Nature.
El paleontólogo y coautor del estudio Mario Urbina se topó por primera vez con una de las vértebras de P. colossus hace aproximadamente una década, explica su colega Rodolfo Salas-Gismondi, paleontólogo de la Universidad Cayetano Heredia de Perú, que también es coautor del trabajo. Urbina creía haber encontrado un fósil, pero Salas-Gismondi no estaba convencido. "Era escéptico sobre estos fósiles. Le dije: 'No parece un hueso de verdad'", cuenta Salas-Gismondi, señalando que la estructura del hueso era muy diferente a la de la mayoría de los hallazgos. "De hecho, parecía una roca".
Pero los análisis demostraron que Urbina estaba en lo cierto. Y desde el hallazgo inicial, el equipo ha excavado 13 vértebras, cuatro costillas y parte de una cadera. Las vértebras son tan pesadas que el equipo sólo podía excavar una o dos cada año, dice Salas-Gismondi. "Nunca se había encontrado un animal de este tamaño en los registros fósiles de ningún lugar del mundo", afirma.
Otros científicos coinciden en que los huesos no tienen precedentes. "Es un espécimen asombroso", afirma Philip Gingerich, paleontólogo de la Universidad de Michigan, que no participó en la nueva investigación. "Estas vértebras son casi del tamaño de barriles de cerveza o algo así. No se parecen a nada que yo haya visto jamás".
Según Salas-Gismondi y sus colegas, los fósiles son extremadamente masivos en dos sentidos. En primer lugar, son especialmente densos. Los huesos suelen tener una estructura esponjosa, pero éstos tienen depósitos que rellenan los poros, de ahí su reacción inicial de que el fósil de vértebra parecía una roca. En segundo lugar, los huesos son grandes y parecen haber sido inflados.
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"Es increíblemente bulboso", dice Emily Buchholtz, paleontóloga del Wellesley College, refiriéndose a una vértebra que aparece en el artículo. "Nunca he visto nada igual", añade, señalando que las vértebras de la ballena azul también son enormes pero lisas, mientras que los huesos del P. colossus están hinchados.
Salas-Gismondi y sus colegas sostienen que la increíble masa de los huesos representa una adaptación a la vida costera en aguas poco profundas. Los densos huesos, dicen los investigadores, equilibraban la flotabilidad de la grasa y los pulmones llenos de aire -esencialmente actuaban como lastre para permitir a las ballenas P. colossus permanecer bajo el agua con menos esfuerzo. "Los submarinistas se ponen cinturones de lastre", dice Berta. "Lo que hicieron estas ballenas fue: aumentar la densidad de sus huesos".
Los huesos tienen casi 40 millones de años, lo que significa que el extraño animal habría nadado por los mares sólo un par de millones de años antes de que las ballenas primitivas iniciaran su escisión evolutiva en las ballenas dentadas y barbadas que conocemos hoy.
Pero los científicos no pueden saber qué comía P. colossus -ni mucho más sobre cómo vivía- porque sólo han excavado el núcleo del cuerpo. "Tienen la parte central del esqueleto. Creo que necesitan la parte delantera o la trasera antes de que podamos entender realmente lo que esta cosa estaba haciendo", dice Gingerich.
Por ahora, los investigadores han rellenado las lagunas sobre el aspecto de P. colossus utilizando lo que saben de sus parientes menos extremos. Estos animales solían tener una cabeza pequeña, que los científicos incorporaron a la reconstrucción, aunque subrayan que la imagen es especulativa.
Todos los cetáceos conocidos -ballenas, delfines y marsopas- son carnívoros, por lo que los científicos suponen que la enorme ballena también lo era. Pero habría necesitado una cantidad increíble de combustible para sobrevivir. Las ballenas azules actuales se alimentan de pequeños crustáceos llamados krill. Las ballenas se dan un festín con grandes cantidades de krill para compensar su escaso tamaño, pero las aguas cercanas a la costa no pueden albergar grandes poblaciones de animales, ni siquiera de los más pequeños.
"Me gusta la hipótesis de un gran carroñero que se limitara a comer cadáveres hundidos", afirma Eli Amson, coautor del estudio y paleontólogo del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart (Alemania). "Pero sería la primera vez para un cetáceo; es realmente extraño". Otra posibilidad es que P. colossus fuera vegetariano como los manatíes de cuya silueta se hace eco, aunque Amson dice que eso sería aún más extraño. Pero sin dientes ni mandíbula, todo son conjeturas.
El esqueleto se encontró con la cabeza apuntando hacia una ladera, y los investigadores aún esperan encontrar financiación para descubrir más del animal perdido. Mientras tanto, los huesos excavados hasta la fecha residirán en el Museo de Historia Natural de Lima (Perú), donde trabajan Salas-Gismondi y Urbina. Allí se expondrán primero durante unos meses y luego pasarán a un segundo plano.
Y los científicos seguirán maravillándose ante los misterios evolutivos que plantean los huesos. "Básicamente", dice Buchholtz, "toda mi reacción ante esto es: 'Oh wow. Oh, vaya".