Hoy termina la votación para aprobar las enmiendas constitucionales que abren la puerta a la permanencia en el poder de Putin más allá del año 2024.
Hasta ahora Putin ha sido el 'elixir' de la estabilidad en Rusia. La fecha de caducidad acaba de desaparecer de su envase por medio de una votación popular. El resultado da a Putin manos libres para seguir en el Kremlin hasta su vejez o sacarse un sucesor de la manga en el último momento. Y sobre todo congela de nuevo el debate sucesorio. La transferencia de poder es delicada en Rusia: la autoridad siempre se ha traspasado por muerte natural, conspiración o revolución. "El régimen comunista heredó de los zares la incapacidad de traspasar el poder sin dolor", recordaba el presidente Boris Yeltsin, que fue el único en conjurar la maldición nombrando precisamente a Putin una Nochevieja de 1999.
Fue un movimiento audaz y, aunque Rusia ha avanzado mucho desde entonces, el recambio en la última instancia del poder sigue causando el mismo vértigo. Sobre todo en la élite: el magnate Konstantin Malofeev dijo el pasado mes de marzo que Rusia se había convertido en "casi una monarquía". No lo decía a modo de crítica, sino respaldando la propuesta de 'entronizar' constitucionalmente a Putin prácticamente hasta que el presidente se canse o la salud le deje.
El sí de los rusos no sólo se refiere a la continuidad prácticamente ilimitada de Putin en el poder. En las enmiendas se incluían otras medidas que han servido para movilizar la base conservadora de votantes de Putin. Por ejemplo, la mención en la Constitución de la "fe en Dios" y el matrimonio como institución exclusivamente heterosexual. También se añaden cuestiones sociales como la garantía del salario mínimo y la revisión de las pensiones según la inflación. Otras reformas introducen principios conservadores y patrióticos.
Golos, una entidad que se dedica a la observación de las elecciones, denunció presiones a funcionarios (y de las empresas a sus empleados) para que vayan a votar. También aparecieron en internet vídeos de personas que iban a votar y se encontraban con que alguien había votado en su nombre.
Los resultados causaron poca sorpresa, aunque por la tarde se han dado algunas manifestaciones en algunas ciudades como Moscú. "Putin quiere quedarse hasta su último aliento, pero no quiero ser pesimista y espero que la presión de la gente haga que no dure hasta 2036", decía en la plaza Pushkin Maria Solenova, una diputada regional que portaba una pancarta rechazando que Putin dure "para siempre".
Las reformas fueron aprobadas por el poder legislativo al comienzo de este año, y el nuevo texto de la Constitución ya está a la venta en las librerías. Un día antes Putin se había dirigido a los 110 millones de votantes para pedirles que garanticen la "estabilidad, la seguridad y la prosperidad" de un país que presume de haberse reconstruido después del caos que siguió a la caída de la Unión Soviética. Recientemente Putin dijo que era necesario este cambio para que el país no se pierda en "una búsqueda de posibles sucesores".
Pero los cimientos del 'zar postmoderno' también sufren por el paso del tiempo. De mayo de 2018 a junio de 2020, su tasa de aprobación bajó del 79% a 59%, según el instituto independiente Levada.