Ese fue el lema que “Gana Perú” y su candidato Ollanta Humala impulsaron para decirle a los peruanos que sería implacable con la corrupción y que deberíamos confiar en la honradez e integridad de su gobierno.
Desgraciadamente, la semana que pasó, su hermano Alexis, miembro del CEN del Partido Nacionalista, se entrevistó con autoridades de la Federación Rusa con el propósito, según se dijo, de impulsar contratos de pesca y gasíferos con
empresas rusas.
Ollanta y el PNP emitieron un comunicado en el que desmienten que el hermano del presidente electo haya viajado con conocimiento y en nombre de éste, para entrevistarse con empresarios rusos y buscar su inversión en la economía peruana.
"La mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo" reza el dicho, y eso es lo que debe pasar con el gobernante, sus colaboradores más cercanos y, en especial, con su familia.
Cuando se pregona la honestidad, la honradez y la justicia, debe estar acompañada y sustentada siempre con el ejemplo. Además, se debe mirar alrededor y a los costados para evitar que alguien de su entorno haga todo lo contrario. Es elemental.
Lo que ha pasado la semana anterior sobre el viaje del hermano menor del electo presidente Ollanta Humala, es algo que nos debe preocupar. Y no porque pudiera estar haciendo negocios lícitos o de los otros en tierras rusas, si no que nadie puede pasar por encima de las formalidades y costumbres de los protocolos diplomáticos.
Por más hermano del presidente que sea.
El separar al hermano del CEN del Partido Nacionalista para una investigación, no resuelve el problema de credibilidad que ya tiene el futuro presidente, ya que no se ha aclarado las razones del referido viaje y si, como dicen en Rusia, se presentó como enviado especial del nuevo mandatario.
El asunto de fondo es que la integridad y la moralidad del nuevo gobierno esta mellada por este triste episodio, y el nuevo presidente deberá hilar muy fino en lo que se refiere a los miembros de su familia, ya que históricamente son los que les ponen las zancadillas a los gobernantes.
El cargamontón de los perdedores era de esperarse, así que ahora le toca dar señales de rectitud y compostura para pasar esta deshonesta página y dedicarse a gobernar, cumpliendo las promesas electorales que hicieron posible su triunfo.
Para terminar, es preocupante que el actual presidente Alan García haya soslayado el incidente y manifestado que “es injusto acosar al mandatario electo, que no observa nada malo al respecto y que los periódicos han hecho cierto escándalo de esto”. No me defiendas compadre.