“Cada fin semana de semana llegan a Tacna cerca de 25 mil turistas y aparte de la oferta gastronómica aprovechan su estadía para realizar turismo de salud y estas cifras han sido refrendadas tanto por la Cámara de Comercio y la Dirección de Turismo de la Región Tacna. Además, es un flujo que todos los tacneños sentimos porque se trata de un verdadera inversión a la cadena productiva de los pueblos de la macrosur”, explicó Yufra Chambilla.
Propietario del complejo La Glorieta, ubicado a diez minutos en taxi del centro de la Heroica Ciudad, Yufra Chambilla recibió recientemente el espaldarazo de Gastón Acurio, el chef impulsor de nuestra gastronomía a nivel internacional, cuando recomendó y le puso su rúbrica a dos platos típicos de la frontera sueña: asado de cordero de Candarave, proveniente de un pueblo alto andino y el emblemático picante a la tacneña, cuya receta es centenaria.
Según Yufra Chambilla, en Tacna el boom gastronómico ha contribuido al crecimiento económico, en especial al del turismo ya que en el año 2010, de acuerdo a las estadísticas oficiales, se llegó registrar casi un millón de turistas mapochinos. Este años, dijo, se ha superado la cifra.
“En la última semana larga, en Tacna registramos el récord de 36 mil turistas y esperamos superarlo este fin de semana, del 8 al 11 de diciembre, ya que en Chile se ingresa al famoso XL, es decir a las vacaciones escolares del verano”, señaló.
El chef tacneño consideró que el Plan Estratégico de Turismo (PENTUR), junto al Programa de Calidad de Atención al Turista (PCAT) del MINCETUR ha permitido que en el corto plazo se mejore las condiciones de servicio en los restaurantes campestres a los turistas y en el largo plazo posicionar a la cocina peruana como un obligado destino turístico.
“Mi opinión es que la gastronomía no sólo debe ser arte, ciencia y oficio, sino que la ingeniería debe dominar la cocina porque así sabremos cuidar los procesos de compra, abastecimiento, manejo y preparación de las comidas y bebidas, ya sea en el espacio como en el tiempo. Es decir, saber preparar los potajes con excelencia, servirlos con arte y considerar que una cosa es alimentar a un niño, a un adulto y hasta un exigente gourmet”, explicó Yufra Chambilla, quien también es ingeniero agrónomo de profesión.