Por César Sánchez Olivencia.
Licenciado en administración de empresas. Periodista profesional.
Consultor en proyectos de inversión
“Los conflictos existen siempre, no tratéis de evitarlos sino de entenderlos”, con esta frase de Lin Yutang se puede intentar un análisis del conflicto en general en estos tiempos de malestar, conflicto y violencia. Ningún conflicto se puede resolver sino se domina las causas que lo generaron y la psicología de los involucrados.
El conflicto social se promueve cuando una de las partes opone una reacción contra una acción de la otra parte, a causa de un problema grave que existe durante mucho tiempo sin solución. Cuando algún junior en materia de gestión de conflictos interviene en el problema, tiende a tratar la forma del conflicto y deja de lado el fondo del conflicto.
La situación se agrava cuando confunde a los actores con las causas del conflicto. Resulta así que la intervención del negociador se convierte en un conflicto adicional. Aquí resulta muy útil la teoría del conflicto social. Vivimos en una sociedad en conflicto; pero las partes deben comprender que no se puede aplicar solo una fórmula de solución sino que se debe tener una visión de conjunto.
Por lo general, la influencia del personaje negociador es decisiva para iniciar y culminar la solución de un conflicto. La verdad es que hay gente que cae bien desde el inicio, pero hay otro tipo de personas que tienen una aureola negativa. Que no vaya con la idea fija de “yo gano-tu pierdes”, que con empatía se ponga en el pellejo de la otra parte. Tratar de ganar la batalla; para ganar la guerra. Esto vale para cualquiera de las partes: el Estado y la sociedad.
Existe un efecto político. El problema se presenta cuando la solución de un conflicto se realiza en un escenario en el que existe un déficit de gobernabilidad. Consiste en que el tema del conflicto no ha recibido atención de parte de gobiernos anteriores durante muchos años. El pasivo que recibe un nuevo gobierno es una “bomba de tiempo” o “crisis embolsada”, que son los “vicios ocultos” que encuentra la nueva gestión.
Entropia y homeostasis
Se ha acumulado un desequilibrio entre el nivel de demandas y la capacidad de respuesta gubernamental. Este déficit de Gobernabilidad Democrática se debe a necesidades básicas insatisfechas que no han encontrado solución. El sistema se desgasta, se presenta una entropía política, que puede reequilibrase si el gobierno atiende las demandas. Es la homeostasis política. Pero los recursos escasos impiden una solución en el corto plazo.
Es difícil aunque no imposible calmar el conflicto a través de una mesa de diálogo en esta situación de desequilibrio del sistema, porque la gente ha perdido la confianza en los políticos. Es difícil negociar cuando las partes desconfían. Por eso, sería ideal que el negociador tenga dos cualidades principales: 1) buena fe y 2) voluntad de cooperación. Los vendedores de “cebo de culebra” no tienen porvenir como negociadores de conflictos.
Gana-gana pierde-pierde
En la negociación, el que gana no siempre gana. Y el que pierde no siempre pierde. Un conflicto social tiene variables extrañas. Una cosa es ganar la batalla y otra ganar la guerra. Cuando un gobierno trata de gestionar la gobernabilidad, buscando una solución de coyuntura, puede olvidar el problema principal y la otra parte trata de aprovechar esta deficiencia.
En toda negociación, diálogo, mesa de trabajo, solución de conflictos o cualquier nombre parecido siempre hay intereses y posiciones en juego. De otro modo, siempre sucede que el conflicto puede llegar a uno de los términos siguientes: Yo gano, tu pierdes; yo pierdo, tu ganas, yo pierdo, tu pierdes, yo gano, tu ganas (que es el término ideal). Aquí dejamos para la universidad el análisis dialéctico de lo que significa perder o ganar.
El Interés es el objetivo más profundo que tiene cada parte en la negociación. La razón de ser del conflicto: necesidades, deseos, aspiraciones. La posición es la actitud que adopta cada parte sobre el tema a negociar. Las posiciones pueden ser duras o blandas con sus intereses. Esta posición depende de la etapa de la negociación.
Las partes enfocan los intereses y no las posiciones. Son los intereses de las partes los que definen el problema. Es ilustrativo el pensamiento de Peter Drucker: “Más importante en una negociación es escuchar lo que no se dice”. La desventaja surge cuando un negociador no sabe escuchar ni siquiera lo que se dice.
La negociación basada en intereses parte de la idea de que se pueden satisfacer los intereses de ambas partes de modo que todos salgan ganando. Se trata de encontrar salidas que posibiliten una ganancia mutua: un resultado (tu ganas-yo gano). Este resultado sólo puede darse cuando las partes colaboran y dejan de verse como adversarios.