Adhara Pérez es una niña mexicana con un coeficiente intelectual de 162 (dos puntos por encima de Einstein). Solo tiene 11 años, pero estudia desde que tenía 9 carreras universitarias, en concreto, dos ingenierías: de Sistemas, en la Universidad CNCI, e Industrial, en la UNITEC, ambas en México. Cuando se matriculó en ambos centros, Forbes la incluyó en su prestigiosa lista de las 100 mujeres más poderosas del país, pero su vida no ha sido precisamente un camino de rosas. Además de altas capacidades, tiene también el síndrome de Asperger, lo que la llevó a sufrir la incomprensión de sus profesores ya padecer bullying en el colegio. La primera vez que la agredieron tan solo tenía cuatro años.
"Usted dé gracias si la niña tiene un oficio", le llegó a decir una de las maestras a Nallely, la madre de Adhara. “Ese año la metí en terapia”, explica la mujer en una entrevista en Infobae. Ella estaba plenamente convencida de la inteligencia de su hija: “desde chiquita sabía álgebra” y la tabla periódica explica. “Yo creo que se sintió aburrida” y que por eso mostraba desinterés en clase.
El problema es que ella no solo se daba cuenta del rechazo de otros niños, sino también de los profesores. Y sufría mucho. Por suerte, sus padres siempre la apoyaron incondicionalmente y buscaron todas las alternativas posibles para abrir las puertas que necesitan su hija. “Si no te gusta dónde estás, imagínate dónde quieres estar”, le decía su padre a menudo. Adhara lo tenía claro: quería llegar a Marte y, para eso, ser astronauta. Y desde entonces lucha por conseguir ese sueño.
En casa sabían desde los 3 años que tenía Asperger, pero fue mucho más tarde cuando averiguaron que era superdotada. Tras el último incidente con un profesor, la llevaron a terapia y la psiquiatra les abrió los ojos; no era una estudiante incapaz, más bien todo lo contrario. Fue ella quien sugirió a sus padres que la matricularan en la escuela CEDAT (Centro de Atención al Talento), especializada en niños con altas capacidades. La diferencia en este centro respecto a la enseñanza tradicional es que las clases no se imparten en función de la edad, sino de la capacidad de sus alumnos, de modo que todos siguen su propio ritmo y no se sienten aislados.
Al poder, avanzar más rápido desde entonces, terminó el Bachillerato a los 8 años y al curso, con 9, se matriculó en las dos ingenierías que actualmente está cursando. Now su próximo objetivo es continuar formándose en Estados Unidos para llegar a ser astronauta; por el momento la Universidad de Arizona y la de Rice ya la han invitado a estudiar astrofísica en sus propiedades campus. Su sueño está más cerca. ¿Será de los primeros humanos en pisar el planeta rojo? Recuerden su nombre. Quizás en unos años todo el mundo hable de ella.
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