Todos los virus ―incluido el SARS-CoV-2, que causa la COVID-19― evolucionan con el tiempo. Los virus hacen copias de sí mismos en un proceso denominado “replicación” en el cual pueden generarse copias con pequeños cambios, lo cual es algo habitual en los virus. Estos cambios se denominan “mutaciones”. Un virus que ha sufrido una o varias mutaciones se considera una “variante” del virus original.
A fin de mayo pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó un nuevo sistema de denominación para las variantes de interés del coronavirus y las variantes de preocupación. Cada variante recibió un nombre del alfabeto griego. Lo hizo para eliminar parte del estigma de la aparición de nuevas variantes asociadas a ciudades y países que hasta el momento se había realizado.
Con el nuevo sistema, la variante que había sido notificada por primera vez en Kent, Inglaterra, pasó a llamarse Alfa. En tanto, la variante originaria de Sudáfrica se denominó Beta. La variante brasileña -conocida como la de Manaos- es Gamma y la variante notificada por primera vez en la India es Delta, hoy, una de las que más preocupa y presente en 124 países. Estas cuatro variantes son las que están hoy consideradas como variantes de preocupación.
Ahora bien, cada una de estas variantes presenta características diferentes. Todas ellas son consideradas de preocupación según la OMS por el aumento de la transmisibilidad o cambio perjudicial en la epidemiología de la COVID-19; por el aumento de la virulencia o cambio en la presentación clínica de la enfermedad; o por la disminución de la eficacia de las medidas sociales y de salud pública o de los medios de diagnóstico, las vacunas y los tratamientos disponibles.
Aparecen así dos estudios en donde se evaluaron dos dosis de Moderna o de Pfizer y se vió que que hay un 92,8 por ciento de eficacia en prevenir la hospitalización de la variante Alfa, siempre considerando luego de los 14 días de recibir la segunda dosis. También se vio, para todas las variantes, que la efectividad de las dos dosis de ambas vacunas fue del 86 por ciento.
En otro estudio con Moderna, la OMS muestra en este informe qué es lo que sucede con la infección severa debido a las variantes Alfa y Beta después de 14 días de haber recibido la segunda dosis. En este caso la efectividad fue al rededor del 96 por ciento. En cambio, si se daba una sola dosis, bajaba al 88 por ciento para la Alfa y 68 para la Beta.
“La variante Delta es la variante más preocupante porque es la que tiene menor respuesta a la vacunación de manera general, ya sea con una u otra vacuna. Por supuesto, es imprescindible en este momento tener a la población vacunada con dos dosis con la vacuna que sea. Esto muestra una efectividad bastante importante, hasta el momento es la única evidencia, desde el punto de vista científico para hacer frente a la variante Delta y que no cause estragos en la población”, explicó Jorge Levalle, médico Infectólogo del hospital Pirovano y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología.
En cuanto al informe de la OMS, el infectólogo analizó: “Se vio un trabajo muy interesante que da cuenta de que la carga viral de los pacientes infectados por la cepa Delta en estadios tempranos, fue prácticamente 1200 veces más altas que para las variantes no preocupantes. Lo que sugiere que la multiplicación en las etapas iniciales de la variante Delta es muy importante. También con respecto a la variante Delta se evidencia un aumento en la virulencia, lo cual impacta con el hecho de que hay una mayor número de hospitalizaciones y muertes, y fundamentalmente, desde el punto de vista bioquímico, hay una disminución en los títulos de los anticuerpos neutralzantes en los individuos infectados por la variante Delta. En Argentina tiene una vulnerabilidad alta porque tiene solamente al rededor del 13 por ciento de población vacunada con las dos dosis, lo cual nos pone en una situación de exposición y vulnerabilidad importante”.
Mirna Biglione, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida UBA- CONICET y médica alergista de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC), analizó: “En cuanto al COVID severo, Moderna y Pfizer mantiene la protección para Alpha, Beta y Delta mientras que AstraZeneca protege para Alpha y Delta. Y en un estudio reciente se reportó también eficacia de esta vacuna para la variante Beta del 82%. Según el informe de la OMS falta evidencia para Gamma con estas vacunas aunque describe una leve disminución de eficacia de Sinovac. Cuando hablamos de COVID-19 con síntomas, Moderna, Pfizer y AstraZeneca mantiene la protección ante Alpha, pero disminuye levemente la eficacia de Pfizer para Delta y algo más para AstraZeneca. Y al hablar de Infección, AstraZeneca reduce levemente su eficacia ante Alpha mientras que Pfizer lo hace con Beta. Ambas reducen un 30% ante la variante Delta.
Fuente: https://www.infobae.com/