Argentina ganó su título número 15 en la Copa América en un escenario que hace dos meses no se imaginaba: derrotando a Brasil en el Maracaná. Fueron 28 años de sequía y terminó celebrando en la casa de su máximo rival, en un torneo que iba a compartir con Colombia y que después el covid-19 mandó a suelo brasileño.
Ahora, Lionel Messi ya puede decir que, ahora sí, pudo ganar un título de mayores vestido de albiceleste. Sin mucho brillo en la final, todo hay que decirlo. El ‘10’ había hecho la tarea en los partidos previos, participando en nueve de los 11 goles de su equipo: anotó cuatro y aportó cinco asistencias. Ya puede estar tranquilo.
A pesar de lo que sugerían los nombres, a pesar de que estaban Brasil y Argentina en la cancha, cada uno respaldado con un genio con el 10 en la espalda, como Neymar y Lionel Messi, el partido salió diferente, en el que se necesitaba decisión y fuerza, más que fútbol. En los primeros 20 minutos fue más lo que se pegaron que lo que jugaron: se pitaron 12 infracciones y el árbitro uruguayo Esteban Ostojich se quedó corto, al sacar una sola tarjeta amarilla.
Pero apareció una genialidad para poner a Argentina en ventaja en un Maracaná que, tímidamente, tuvo algo de calor y de color en la tribuna luego de una Copa América sin público. Celebraron los de camiseta albiceleste, en las gradas y en la cancha, gracias a un pase largo de Rodrigo de Paul, un pique de Ángel di María y una definición por encima del portero Éderson Moraes.
Así se fue el primer tiempo, con pocas opciones y con un triunfo justo para el que aprovechó la única que tuvo.
Tite, el técnico de Brasil, que no perdía hasta entonces un partido oficial desde que Bélgica lo sacó del Mundial de Rusia 2018 en cuartos de final, se la jugó al ataque, con la entrada de Roberto Firmino por Fred, y ya el partido se volvió un mano a mano de otro tipo, con un poco más del fútbol que se esperaba en el papel.
Y fue Richarilson, no Neymar, el que llevó peligro al arco de Emiliano Martínez, con un remate que le quemó las manos al portero argentino y con una acción que terminó en gol, pero que se anuló por fuera de juego, en la jugada previa, del compañero de James Rodríguez en el Everton.
El paso de los minutos animó a Brasil, más con empuje que con un gran juego, y Argentina, que tuvo 25 minutos en los que le aceptó el duelo de ida y vuelta a Brasil, luego dejó que sus rivales empezaran a sufrir porque los minutos se les acababan y apeló a todas las armas defensivas que le permite la ley, incluso casi al límite.
Un minuto antes de que Ostojich pitara el final del juego, Messi lo miró y le dijo “ya está, ya está”. Y sus compañeros dejaron agotar los segundos que quedaban. Así llegó un nuevo Maracanazo, una derrota durísima para Brasil y un festejo para los argentinos que va a durar muchísimo tiempo. Hace dos meses, lo que están viviendo no estaba en los planes de nadie.
Fuente: https://www.eltiempo.com/