El impacto de las experiencias adversas en los primeros años de vida influye en este órgano, alterando las conexiones entre neuronas, lo que ocurre más en el caso de las mujeres. Todos tenemos situaciones más o menos intensas que recordamos de nuestra infancia, y que intuimos que han marcado en cierto modo parte de nuestra vida. Momentos que nos llevan a actuar en el presente de una u otra manera, a tener unos gustos y preferencias determinados, y a modelar en muchos rasgos nuestro comportamiento como adultos.
Investigadores de varios centros españoles, dirigidos por Juan Nácher, catedrático de Biología Celular de la Universidad de Valencia, y que conforman el Grupo de Investigación en Psiquiatría y Enfermedades Neurodegenerativas del Instituto de Investigaciones Médicas (INCLIVA), acaban de confirmar en un estudio que las vivencias muy intensas y adversas por las que pasamos cuando somos pequeños, y cuando crecemos en la adolescencia, tiene una gran importancia al margen del aspecto emocional, ya que pueden acabar modificando el cerebro.
Esto ocurre, curiosamente y según remarcan, principalmente en el caso de las mujeres. "El impacto de esas experiencias estresantes es especialmente importante durante las etapas más tempranas de la vida porque todavía se están desarrollando algunas de las regiones más importantes del cerebro, entre ellas la corteza prefrontal". Pero, ¿cómo se manifiesta todo esto en concreto? Atendiendo a los resultados de la investigación, publicados en la prestigiosa revista 'Neurobiology of Stress', estos momentos turbulentos afectan a algunos circuitos neuronales de esa región del cerebro, pudiendo causar alteraciones a largo plazo en las conexiones de las neuronas y en su funcionamiento.
"Aunque el sexo influye en la respuesta al estrés y las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar trastornos psiquiátricos relacionados, el conocimiento sobre los efectos del estrés y las adversidades en las mujeres es todavía limitado", afirman los expertos. Estos, para analizar esos afectos a nivel neuronal y comprobar si el sexo tiene algo que ver en el proceso, llevaron a cabo un experimento con ratones machos y hembras, animales muy utilizados para este tipo de prácticas. Lo hicieron poco después de su nacimiento, asemejando sus últimas fases de la infancia y adolescencia.
Y los resultados de este estudio, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Generalitat de Valencia, mostraron que el estrés en la vida temprana tiene un efecto muy importante sobre los circuitos neuronales de la corteza prefrontal, especialmente en la de las hembras. Las principales alteraciones se detectaron principalmente en las neuronas inhibidoras, cuya función es la de controlar y sincronizar las redes neuronales del cerebro. Además, observaron que algunas moléculas que regulan su plasticidad también habían sufrido cambios.
Fuente: El Confidencial