Investigadores de la Universidad de Australia del Sur han descubierto que los trabajos «tóxicos» incrementan en un 300% la incidencia de depresión. El aumento de esta patología psicosocial se observa en los espacios laborales que no consideran las necesidades del personal.
No solamente inciden el estrés o las presiones laborales, sino también los casos de acoso, la falta de incentivos económicos y la ausencia de organismos internos que se dediquen a monitorear la salud de los trabajadores, sobre todo aquellos con dedicación exclusiva. La incidencia parece ser mayor en los hombres que en las mujeres.
De acuerdo a una nota de prensa, los perjuicios no afectan únicamente a los empleados, sino también a las empresas: generan más gastos, un clima de trabajo enrarecido, ausentismo y una disminución importante en la productividad. El estudio ha sido publicado en el British Medical Journal (BMJ Open).
Las causas de la depresión en entornos laborales
Para medir la influencia de los trabajos tóxicos, los especialistas utilizaron un indicador denominado Clima de Seguridad Psicosocial (PSC, según sus siglas en inglés). Mediante el mismo, evaluaron a trabajadores de tiempo completo y a las organizaciones en las que se insertan: observaron aspectos como la satisfacción con la tarea, los beneficios que brinda la empresa o las relaciones que se establecen entre los empleados.
Aunque un rango elevado de horas de trabajo por semana se relaciona directamente con un aumento en los casos de depresión, no es la carga horaria el único ni el principal motivo detectado por los investigadores. El estrés laboral, por ejemplo, es otro aspecto determinante. Además de su propio impacto, se ha demostrado que genera las condiciones necesarias para el abuso o acoso laboral.
El impacto en las empresas
En consecuencia, una mayor sensibilidad de las empresas y organizaciones en torno a la salud mental de sus trabajadores no repercute solamente en beneficios para el personal: también es positivo para las propias organizaciones.
En pleno siglo XXI, aún existen empresas e instituciones que ven a sus empleados como un gasto o como un número más en un balance. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha reclamado en reiteradas ocasiones que se requiere un cambio general de paradigma, en el cual el ser humano y la tarea que realiza estén en el centro de la escena.
Pérdida de concentración y agilidad mental, problemas de memoria, fatiga prolongada, aislamiento social e inconvenientes para relacionarse con el resto del personal son algunos de los aspectos que las empresas deberían tener en cuenta para prevenir los casos de depresión en el trabajo. Por supuesto, esto debe acompañarse con las condiciones necesarias para garantizar un clima laboral armónico y saludable.
Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/