Nuevos hallazgos de la psicología ofrecen pruebas de que los alimentos que ingerimos tienen una influencia directa en nuestra salud mental. El estudio, publicado en el British Journal of Nutrition, descubrió que comer más fruta predice menos síntomas de depresión y un mayor bienestar psicológico, mientras que comer más aperitivos salados predice un aumento de la ansiedad.
En los últimos años, los científicos han empezado a considerar si la modificación de la dieta podría ofrecer una vía para mejorar la salud psicológica. Esta idea surge a raíz de las pruebas que relacionan el consumo de alimentos ricos en nutrientes (por ejemplo, frutas y verduras) con menos problemas de salud mental, y el consumo de alimentos pobres en nutrientes (por ejemplo, dulces, aperitivos salados) con peor estrés, ansiedad y depresión.
No está claro por qué la dieta puede influir en la salud mental, pero la autora del estudio, Nicola-Jayne Tuck, y su equipo afirman que puede tener que ver con el modo en que los nutrientes influyen en nuestros procesos cognitivos. Estudios anteriores han sugerido que una dieta pobre en nutrientes afecta negativamente a la función cognitiva, mientras que una dieta rica en nutrientes la mejora. Y los déficits cognitivos, como la reducción del control inhibitorio y los fallos cognitivos, se han asociado a una peor salud mental.
Tuck y sus colegas llevaron a cabo un estudio para explorar si la dieta podría influir en la salud mental a través de su impacto en la cognición, a la vez que investigaban el impacto tanto de la frecuencia como de la cantidad de consumo de frutas y verduras.
Una muestra representativa a nivel nacional de 428 residentes del Reino Unido completó una encuesta en línea que evaluaba sus hábitos dietéticos, su salud psicológica y su función cognitiva. Se pidió a los participantes que indicaran la frecuencia con la que consumían frutas, verduras, aperitivos dulces (p. ej., pasteles, galletas) y aperitivos salados (p. ej., patatas fritas) al día en el último mes, y cuántas porciones de frutas y verduras comían al día. Además, completaron evaluaciones de depresión, ansiedad, estrés y bienestar psicológico. Para controlar las posibles covariables, los participantes completaron ciertas medidas relacionadas con la salud que incluían los hábitos de fumar, el alcohol y el ejercicio.
Además, los sujetos completaron un cuestionario de autoinforme sobre fallos cognitivos que evaluaba "lapsos mentales relacionados con la atención, la memoria, la percepción y la acción en las tareas cotidianas" en los últimos 6 meses (por ejemplo, olvidar citas, dejar caer cosas). A continuación, los participantes completaron la Tarea de Señal de Parada como medida conductual de control cognitivo.
Los resultados revelaron que, tras controlar las covariables, la frecuencia de la ingesta de fruta (pero no la cantidad) predecía positivamente el bienestar psicológico y negativamente la depresión. Aunque se necesitan más datos experimentales, los autores del estudio especulan que "la frecuencia con la que consumimos fruta puede ser más importante que la cantidad total que consumimos".
El consumo de aperitivos salados (pero no de dulces) predijo positivamente la ansiedad. Esto coincide con investigaciones anteriores que sugieren que los alimentos salados y la comida rápida pueden aumentar la ansiedad. Cabe destacar que el estudio fue transversal, por lo que la dirección de esta relación no está clara. Podría ser que las personas con mayor estrés y ansiedad coman más alimentos pobres en nutrientes como estrategia de afrontamiento.
Los resultados revelaron además que la relación entre el consumo de aperitivos salados y la salud mental estaba mediada por los fallos cognitivos. En otras palabras, los participantes que consumían tentempiés salados presentaban más fallos cognitivos y, a su vez, mayores síntomas de depresión, ansiedad y estrés, y un menor bienestar. Dado que los estudios en animales han sugerido que las grasas saturadas pueden reducir la función de la memoria, es posible que los aperitivos salados con alto contenido en grasas saturadas puedan perjudicar la memoria y, a su vez, la salud mental.
Curiosamente, la frecuencia de la ingesta de verduras no afectó a la salud mental tras controlar las covariables. Los investigadores afirman que esto puede deberse a que las verduras que se consumen suelen estar enlatadas y cocidas, lo que podría limitar la absorción de nutrientes. Las frutas, en cambio, suelen consumirse crudas.
En general, los resultados sugieren que ajustar la ingesta de alimentos pobres en nutrientes (procesados) y densos en nutrientes (no procesados) puede ayudar a proteger la salud mental. "Ahora es necesario seguir trabajando para establecer la causalidad", dicen Tuck y sus colegas, "y determinar si estos pueden representar objetivos dietéticos modificables que pueden influir directamente (e indirectamente) en nuestra salud psicológica."
El estudio, titulado "Frequency of fruit consumption and savoury snacking predict psychological health; selective mediation via cognitive failures", es obra de Nicola-Jayne Tuck, Claire V. Farrow y Jason Michael Thomas.