El derrame petrolero en el Golfo de México se ha convertido en una verdadera pesadilla para el presidente Obama. Y aunque hay quienes señalan que este es el Katrina de Obama está resultando más realista decir que se trata del Chernobyl de Obama. Como se sabe, la explosión del reactor nuclear de Rusia en 1986, dejó secuelas que aún perduran y problemas que aún no se resuelven. Eso mismo se espera para este desastre en aguas profundas que genera una fuga de 100.000 barriles de petróleo diarios.
Ayer, el último intento de contener la fuga iniciada el 20 de abril, fracasó estrepitosamente. British Petroleum, la compañía petrolera dueña de las instalaciones, reconoció que el plan para contener el derrame resultó un fracaso. Inicialmente, los expertos habían señalado que la operación Top Kill, diseñada especialmente para detener la fuga desde las profundidades del océano sería un éxito.
Pero el plan no resultó y la fuga de petróleo ya es cuatro veces mayor a la del Exxon Valdez en 1989, considerada una de las mayores de la historia. Como si esto fuera poco, algunos advierten que será necesario utilizar arsenal nuclear para detener la fuga. De ahí las comparaciones con Chernobyl. En su momento, los rusos, para bloquear el reactor nuclear, lo cubrieron con hormigón desde el aire. Eso no impidió que el uranio siguiera reaccionando, cosa que hace cada vez que alcanza la temperatura requerida para su fusión nuclear. En cada reacción las instalaciones se hunden una media de 10 centímetros.
Frente al derrame del Golfo de México Todas las esperanzas se centran ahora en la instalación de un nuevo sistema que cortará las tuberías dañadas para adaptarlas a una estructura que capturará el petróleo. Se trata de un dispositivo que no está exento de riesgos y con el cual nunca se ha experimentado antes a 1.500 metros de profundidad. A cuarenta días del colapso de la plataforma petrolera no ha habido ningún plan eficaz para contener el problema. Esto demuestra que nunca hubo un plan de fallas. Mientras la gran mancha de petróleo cubre un área de 100 kilómetros cuadrados con un espesor de 1 metro. El mayor peligro está en que las corrientes han desplazado la marea negra hacia el delta del Mississippi (por el norte, ver imagen), inundando algunas zonas de Louisiana, desplazándose también hacia los cayos de Florida y toda la costa oriental.
Este desastre ya está considerado como el peor derrame de petróleo de la historia y algunos lo califican como la peor inundación en 1.000 años. Hasta el momento, los costos económicos se estiman en 4.500 millones de dólares. Pero el costo en daño ecológico, a las especies animales y a la propia vida humana, son aún incalculables. Por eso que este desastre tiene merecidamente el nombre de nuevo Chernobyl.
Más información | The New York Times
Fuente: elblogsalmon.com