En un medio de crisis dentro del vaticano, el papa Benedicto XVI comenzó el domingo con las celebraciones de la Semana Santa, con cuestionamientos hacia el manejo que hizo de casos de sacerdotes pederastas y la aceptación de El Vaticano de que su “credibilidad moral se ha debilitado”.
El domingo, la procesión de Benedicto XVI llegó a la Plaza de San Pedro para comenzar la misa del Domingo de Ramos. El Papa, vestido de blanco y dorado, saludó a los congregados que llevaban palmas y ramas de olivo.
Durante su homilía, el Papa se dirigió a los jóvenes, como ha sido la tradición de dedicar el Domingo de Ramos a ese sector. Benedicto XVI recordó a los jóvenes que la vida cristiana es un camino, un peregrinaje, con Cristo: “Un andar en la dirección que ha escogido y nos ha mostrado”.
Cristo, agregó, guía a los fieles “hacia el valor que no nos deja ser intimidados por las conversaciones de opiniones dominantes, hacia la paciencia que apoya a los demás”.
El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, admitió la víspera que la respuesta de la Iglesia es crucial para recuperar su credibilidad moral y por eso los casos de abusos deben ser reconocidos y reparados.
Lombardi señaló que aunque los hechos ocurrieron hace décadas, reconocerlos y hacer reparaciones a la víctimas "es el precio para restablecer justicia y mirar hacia el futuro con renovado vigor, humildad y confianza".