Kharkiv, en su quinta batalla por la vida: cómo la segunda ciudad ucraniana resiste la masacre rusa. Los primeros embates fueron rechazados. Impotentes, los generales rusos ordenaron un bombardeo masivo con misiles y los cazas lanzan bombas racimo sobre la población civil.
Kharkiv sabe de guerras. Entre 1941 y 1944 cambió cuatro veces de mano. La conquistaron y liberaron nazis y comunistas hasta que las fuerzas alemanas fueron acorraladas y derrotadas en Berlín. La memoria de la II Guerra Mundial todavía está fresca acá. En ese momento murieron casi 100.000 habitantes, el 10% del total de la población y otros 30.000 fueron deportados a los campos de exterminio. Stalin terminó la “limpieza étnica” llenando la ciudad de eslavos del norte. Quería evitar cualquier levantamiento nacionalista. Esa ciudad había sido una de las más afectadas durante el Holodomor, la hambruna provocada por la colectivización de las tierras. Murieron cuatro millones de personas y muchos jarkovinos (la “Kh” se pronuncia “J” y a la ciudad se la castellaniza como Járkov) tenían hambre de venganza.
Las unidades rusas asentadas en las afueras de la ciudad, de ahora 1,5 millones de personas, no habían hecho ningún intento serio de tomarla o rodearla desde que varios tanques y vehículos blindados fueron destruidos por emboscadas ucranianas en la carretera de circunvalación de la ciudad el jueves. Pero a última hora de la noche del domingo, tras el fracaso del asalto a Kiev, los comandantes rusos decidieron romper el estancamiento de una manera brutal.
Video devastador del ataque ruso a la ciudd de Kharkiv #rusia #kiev #putin pic.twitter.com/roaoNWRXoq
— SurNoticias (@surnoticiasperu) March 1, 2022
Durante la noche del sábado, ya habían lanzado un intenso bombardeo en la periferia norte y este de la ciudad, utilizando múltiples sistemas de lanzamiento de cohetes y artillería pesada. La gente corrió a refugiarse en las estaciones de metro. Al amanecer, llegó el ataque: cientos de tropas se abrieron paso a través del perímetro en múltiples puntos en un aparente intento de acorralar a los defensores. Las imágenes en las redes sociales mostraban a los veloces carros blindados Tigr pintados con la Z blanca de la fuerza de invasión, corriendo por calles desiertas con increíble confianza y aparente impunidad. Una cadena de vecinos organizada a través de la aplicación de mensajería social Telegram alertó a la ciudad de lo que estaba sucediendo. “Veo hombres armados con brazaletes blancos -el reconocimiento táctico utilizado por los rusos- abriéndose paso en el patio de mi edificio”, escribió una señora que se había mantenido despierta toda la noche en su departamento. “Están entrando por Saltivska”, escribió otro usuario. Y aparecieron varios reportes muy preocupantes de que las fuerzas rusas podrían estar a ambos lados de la línea 1 del metro, Kholodnohirsko-Zavodska. Hubo un momento de gran incertidumbre. ¿Había caído Kharkiv? ¿Dónde estaba el ejército ucraniano? Algunos especulaban con que se habían ido a defender Kiev y que estaban solos.
Fue una zozobra de minutos. A los jarkovinos les volvió el corazón al cuerpo cuando comenzaron a aparecer las noticias de un convoy había sido emboscado, que un camión de asalto ruso ardía en una esquina, que no había rusos en el centro de la ciudad. Las explosiones y el fuego de las ametralladoras comenzaron a resonar en las calles desiertas, las autoridades pidieron a los civiles que permanecieran en sus casas y se advirtió a los conductores que los vehículos no reconocidos podían ser confundidos con observadores enemigos. En Kiev ya habían sido detectados varios grupos de comandos especiales rusos camuflados entre la población ucraniana. A la media mañana, los disparos comenzaron a ser más distantes y los vecinos de varios barrios salieron jubilosos a la calle. No había mucho para festejar, pero igual lo hicieron.