Durante todo el siglo XXI el Perú ha tenido una posición especial en la geopolítica latinoamericana. Ha sido uno de los baluartes de la ortodoxia económica monetarista. Junto con Colombia ha sido el único país suramericano en el cual el ‘socialismo’ o el ‘nacionalismo’ no han gobernado.
Esas dos repúblicas, Chile, México y Centroamérica han hecho que el oeste latinoamericano se mueva hacia Tratados de Libre Comercio con EEUU, mientras que el este liderado por Brasil, Argentina y Venezuela ha apostado por un mayor proteccionismo interno.
A nivel de seguridad interna, el Perú es el único país del planeta en el cual un ex presidente ha sido extraditado a su propio país (donde permanece apresado) acusado por corrupción y delitos contra la humanidad. También es el único donde hubo una fuerte insurgencia armada, la misma que, a diferencia de la de Colombia, ha sido derrotada. Esta tampoco ha generado un significativo movimiento electoral post-armado como el que ha llevado a antiguos guerrilleros al poder (casos de El Salvador, Nicaragua, Colombia, Uruguay, Bolivia o Brasil).
En las elecciones peruanas del domingo 10 hay 5 candidatos que han liderado encuestas, pero hay el riesgo de que los 3 candidatos que plantean la continuidad de ese modelo (Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda) se eliminen mutuamente en beneficio de los dos extremos: Ollanta Humala y Keiko Fujimori.
Ollanta, de ganar la primera y segunda vueltas, haría que los 3 países donde se centró el incario (Ecuador, Perú y Bolivia) tengan por primera vez en su historia similares gobiernos nacionalistas andinos promoviendo el populismo hacia la izquierda. Esto, a su vez, dejaría a Chile y Colombia, como los únicos grandes bastiones del TLC con EEUU en su subcontinente.
Keiko, si entra al balotaje y lo gana, si bien mantendría la ortodoxia económica fundada por su padre en los noventas, instauraría un gobierno cuyas raíces dictatoriales irían de contrapelo con la ola democrática que se ha venido imponiendo en la región y que se viene expandiendo recientemente al mundo árabe y africano.
El retorno del fujimorismo podría provocar fuertes protestas sociales. Si Keiko de presidenta amnistiara a su padre, ello podría dañar la imagen interna e internacional del Estado y, a su vez, daría justificativos a que las distintas fracciones senderistas se reactiven (una la que pide que la amnistía también llegue a Abimael Guzmán y las otras 2 que expandirían nuevas bases militares fuera de las del Huallaga o del Valle de los Ríos Apurímac y Ene).
Si Humala vuelve a ganar la primera vuelta y se le hace un bloque para impedirle que gane la segunda hay la posibilidad de que su movimiento prosiga la trayectoria de Lula (a quien se le cerró el paso en 3 presidenciales –las de 1989, 1994 y 1998- pero cuando las ganó hizo que su partido ganase 3 mandatos consecutivos).
Si el fujimorismo recibiera el apoyo del centro para parar a Humala, un gobierno suyo podría seguir similar derrotero que el del banzerismo boliviano (1997-2002), el cual produjo la emergencia y posterior consolidación del nacionalismo de Evo Morales.
Basta con que cualquiera de esos 3 llegue, aunque sea segundo, a la ronda final para poder conseguir el apoyo del resto del que no concuerda con quien figure primero (ya sea el centroizquierdista Humala o la derechista dura Fujimori).
Si los 3 candidatos del ‘medio’ no se hacen transacciones entre ellos (incluyendo sacrificar su propia candidatura en pro de otro afín) corren el riesgo de que ellos den paso a una polarización de ese tipo en la cual los tres serán los perjudicados.
Por: Isaac Bigio,