Bolivia se convirtió este martes en el decimosegundo país de América Latina en confirmar la presencia del nuevo coronavirus en su territorio.
La nación sudamericana se sumó así a Brasil, México, Ecuador, República Dominicana, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Costa Rica, Paraguay y Panamá.
Juntos suman 117 millones de personas en una región de 626 millones.
Eso equivale a menos del 0,1% de los casi 113.700 casos contabilizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta este martes 10 de marzo.
Y también significa que las cifras latinoamericanas todavía están muy por detrás de las de Asia, Europa e incluso Estados Unidos, donde a inicios de este martes el número de infectados con el coronavirus ya sumaba 726.
El virus, sin embargo, llegó a la región el pasado 26 de febrero, lo que también implica que en menos de dos semanas el número de casos ha aumentado en un 10.500%.
Y aunque todos los primeros contagios se produjeron en el extranjero, según la OMS en al menos cinco países latinoamericanos ya se han registrado ejemplos de transmisión local.
¿Cómo se compara entonces la situación latinoamericana con lo que ha estado ocurriendo en otras partes del mundo?
¿Y qué tan probable es que los números en América Latina se mantengan muy por detrás de los registrados en otras regiones?
Lejos del epicentro
Los expertos consultados por BBC Mundo advierten sobre la dificultad de predecir el comportamiento de una epidemia, especialmente en casos de nuevos virus como el del covid-19.
Pero el profesor Paul Hunter, un experto de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido, identifica al menos cuatro factores que influyen en su posible propagación: la suerte, la capacidad de los sistemas de salud, el clima y la densidad poblacional.
"La forma en la que un virus se propaga tiene mucho que ver con la suerte: por ejemplo si hay una persona que en su momento más infeccioso viaja a un lugar especialmente propicio", explica Hunter.
"Y cuando se vieron los primeros contagios (de covid-19) fuera de China, estos se dieron en lugares con frecuentes conexiones aéreas a ese país", le dice a BBC Mundo.
Así las cosas, la lejanía con el epicentro de la epidemia —la provincia china de Wuhan— protegió a América Latina de la explosión inicial.
Y lo mismo puede decirse en relación a los principales focos secundarios: Italia, Irán y Corea del Sur.
"Las distancias juegan un papel importante", explica Marcos Espinal, el director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
"Y esos tres países, además de China, son los que han contribuido a que en Europa, Asia y otras regiones la diseminación sea más rápida", le dice a BBC Mundo.
De hecho, para Espinal no es coincidencia que la mayoría de los casos registrados en América Latina —incluyendo el primero— estuvieran vinculados a Italia.
Pero las estrechas relaciones que algunos países de la región mantienen con la nación europea no se comparan con las de sus vecinos inmediatos, lo que ayuda a entender la diferencia en el número de casos.
"La gran mayoría de los primeros casos registrados en varios países europeos pueden conectarse con Italia", recuerda Hunter.
Y el experto de la Universidad de East Anglia cree que en la medida en que empiezan a registrarse casos de transmisiones comunitarias en países mucho más cercanos, el número de infectados en la región latinoamericana también podría multiplicarse.
"Creo que las cosas van a empeorar rápidamente en Estados Unidos", vaticina Hunter.
"Y sospecho que lo que va a pasar en las próximas semanas es que muchos de los casos en Latinoamérica van a estar vinculados con EE.UU.", le dice a BBC Mundo.
De hecho, EE.UU. ya fue el origen de la infección de los primeros casos registrados en Costa Rica.
Mientras, el primer caso registrado en Paraguay fue el de un hombre de 32 años que había viajado a Ecuador.
Números oficiales vs realidad
La capacidad de detección temprana de los sistemas de salud también resulta clave para ralentizar la propagación.
Pero, si es deficiente, también puede ofrecer una idea equivocada de la dimensión del problema.
"Es sencillo: si no se hacen las pruebas, no se puede saber cuántos casos se tienen", explica Hunter.
"Hay varios países que no reportan casos, pero la pregunta es si le han hecho el examen a alguien", le dice a BBC Mundo.
Y esa no es la única razón por la que él y Espinales coinciden en que hay que ser consciente de que las cifras reportadas tanto a nivel global como regional no ofrecen una fotografía completa.
"Hay que recordar que el virus en el 80% de los casos es leve", recuerda Espinales.
"Y mucha gente no va al médico pensando que es una gripe leve, así que puede haber muchos casos no detectados", dice el experto de la OPS.
"Tampoco hay que olvidar que la cifras oficiales forzosamente están desactualizadas en al menos una semana", agrega Hunter.
"Es así porque pueden pasar cinco días antes de que una persona infectada empiece a sentirse enferma, porque una vez enfermas las personas no siempre van al doctor inmediatamente, y porque luego hay que esperar un tiempo a tener los resultados de las pruebas", explica el experto británico.
Eso significa que el número de afectados podría subir rápidamente en países como México, donde si bien hasta el momento solamente se han registrado siete enfermos el número de casos sospechosos es de 35.
Aunque el país con más casos sospechosos de covid-19 es, de lejos, Brasil, con 930.
Por lo demás, los 30 casos registrados en Brasil menos de dos semanas después de la identificación del paciente cero sugieren un ritmo de contagio inicial superior incluso al de Italia, que tardó tres semanas en llegar a 20 positivos.
Y, si se comparan únicamente las primeras dos semanas, Argentina, Ecuador y Chile también presentan un ritmo de contagio superior al de España, que para esa fecha registraba únicamente tres casos y tres semanas y media después ya suma 1.245 enfermos de coronavirus.
Esto, sin embargo, no significa necesariamente que estos países superarán a sus similares europeos en número de casos.
Pero la capacidad del sistema de salud para manejar a los afectados tendrá mucho que decir en el resultado final, como demuestra por ejemplo la situación de Irán.
Ayudados por el clima
Por lo demás, de los cuatro factores identificados por el profesor de la Universidad de East Anglia, la densidad poblacional no parece jugar a favor de América Latina.
Pero el factor climático probablemente sí ha ayudado a una más lenta propagación del coronavirus, especialmente en un hemisferio sur que apenas empieza a despedirse del verano.
"Si se comporta como la influenza y los virus gripales, es de esperar que en época de verano bajen los casos, y ese es un factor a considerar", explica Espinales.
Y Hunter está de acuerdo, aunque puntualiza que el principal impacto del clima es indirecto.
"En países más cálidos, dónde no llueve tanto, la gente suele pasar menos tiempo en espacios cerrados y más tiempo afuera. Y no se necesita mucho de eso para cambiar el comportamiento de una infección", explica.
Y aunque ninguno de los dos expertos quiere utilizar la palabra "inevitable" a la hora de predecir un posible empeoramiento de la situación con la llegada del invierno austral, los dos coinciden en que América Latina todavía no ha visto el pico de casos de nuevo coronavirus.
"Es bastante probable (que las cifras aumenten significativamente)", le dice a BBC Mundo Espinales.
"Creo que van a subir. Lo más probable es que se vean más casos en la medida que se acerca el invierno", coincide Hunter.
La historia del coronavirus en América Latina todavía no se ha dejado de escribir.