¿Quién no ha escuchado historias por boca de los abuelos que vivieron el provincia? Senderos, lagunas, iglesias o minas. El misticismo se hace presente ne cada rincón del ancestral Perú. Esta es la historia de Uma, la tempestad de los Andes.
Existe un mito andino bastante arraigado en el floclore peruano que narra la historia de una cabeza voladora con la capacidad de separarse de su cuerpo para atormentar a las personas. “Uma”, que en quechua significa cabeza, es un ser maléfico atrapado entre el Hanan Pacha (cielo) y Uku Pacha (inframundo) que utiliza su apariencia femenina para cazar y devorar hombres especialmente jóvenes en la penumbra.
La criatura se pasea (según algunos relatos rodando o flotando) por los flancos del pueblo al que pertenece a su cuerpo, lanzando guturales alaridos parecidos al graznar de un pato y en ocasiones confundiendo estiércol con manzanas que traga a su paso. Además, la tradición relata que si la Uma rueda entre las piernas de un varón, este fallecerá irremediablemente como si se tratara de una condena infernal.
Una Uma puede ser identificada fácilmente si se advierte que en el pueblo existe una mujer joven y agraciada de cabellos largos que no sale de su hogar ciertos días de la semana. Según la tradición, esto debido a que en esas fechas la cabeza del espectro ronda los valles y caminos cercanos al pueblo en la búsqueda de algún incauto que fallezca ante sus fauces.
Sin embargo, la Uma no es invencible. El orificio en el cuello que deja atrás cuando sale a cazar puede ser untado de sal o cenizas para impedir que ambas partes vuelvan a unirse. Esto provoca que la bruja continúe errante en búsqueda de un nuevo dueño, situación que pone en vilo a los viajeros que recorren los caminos de noche y otra forma, que según cuentan, es ideal para liberarse de la Uma, es pasando entre árboles espinosos a los que La Uma teme. Pasar por dichos árboles, si se tiene a una Uma pegada o persiguiéndolo, hará que sus cabellos se enreden en los espinos y quede atrapada hasta morir
¿Verdad o mito? Lo cierto es que su presencia para los pueblos tradicionales es una realidad innegable. A la fecha se cuentan innumerables informes sobre su avistamiento en regiones como la Cordillera Blanca y Negra de Áncash, al igual que en departamentos del sur del Perú como Moquegua y Arequipa. ¿Y tú, has escuchado alguna vez hablar de ella?
Fuente: Larepublica.com
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