“Cuando los padres siempre deciden por los hijos y no los estimulan a que tomen sus propias decisiones, se genera una falta de seguridad que se refleja en la incapacidad de fomentar, promover y cuestionar cualquier actividad; y en otras ocasiones experimentan también el sentimiento de responsabilidad frente al error ajeno; lo que a su vez se refleja en la pérdida de oportunidades.” Comentó la Magister en Psicología, Carmen Raquel Mejía Zárate, al referirse a una de las causantes de que los jóvenes profesionales no encuentren oportunidades en el mercado laboral.
Cada año, cientos de jóvenes terminan sus carreras profesionales e incluso se titulan; de ellos ¿cuántos entran a trabajar en un puesto realmente relacionado a su carrera? De acuerdo al último estudio sobre el desempleo, realizado en agosto del 2001 por el INEI, los jóvenes exhiben tasas equivalentes a casi el doble de la tasa de desempleo promedio.
Podríamos decir que los primeros años de vida del ser humano, este nuevo ser, es como un libro en blanco que se va escribiendo de forma consciente e inconsciente, tomando como material para su contenido, todo lo que le rodea y más aún todo aquello con lo que se relaciona; y en cuyos capítulos se marcará con mucha fuerza, aquello que frecuentemente se repita; y así se irá formando y definiendo su propia personalidad.
A muchas personas les cuesta tomar decisiones, pues constantemente se encuentran en la búsqueda de la aprobación de las personas que las rodean, y ello, usualmente se debe a que mientras formaban su personalidad, nadie los motivó a
decidir por sí mismos. Pero el mayor problema que enfrentarán y enfrentan estas personas, es que verán pasar las oportunidades por sus narices y las dejarán pasar, pues al no tener la aprobación inmediata de sus padres, compañeros, parejas, etc. no harán lo necesario para aprovechar la oportunidad que se les ha presentado.
Paúl Cabrera
Periodista