Los científicos han hecho un gran avance en nuestra comprensión del desarrollo del autismo infantil. Según los investigadores, este descubrimiento, que arroja luz sobre un pequeño número de vías bioquímicas implicadas en el desarrollo del autismo, podría ayudar a diseñar estrategias de detección precoz y prevención en el futuro.
Los trastornos del espectro autista son un grupo diverso de afecciones caracterizadas por cierto grado de dificultad en la interacción social y la comunicación, que afectan aproximadamente a uno de cada 100 niños en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Existen muchas causas potenciales de los trastornos del espectro autista, entre las que se incluyen factores tanto ambientales como genéticos. Sin embargo, aún sabemos muy poco sobre los mecanismos bioquímicos que subyacen a estas afecciones.
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"Al nacer, el aspecto físico y el comportamiento de un niño que desarrollará autismo en los próximos años son indistinguibles de los de un niño neurotípico", afirma en un comunicado Robert Naviaux, profesor de los Departamentos de Medicina, Pediatría y Patología de la Facultad de Medicina de la UC San Diego. "De hecho, en la mayoría de los casos el destino del niño con respecto al autismo no se fija al nacer.
"Estamos empezando a conocer las dinámicas rectoras que regulan la transición del riesgo a la aparición real de los primeros síntomas de los trastornos del espectro autista. El diagnóstico precoz abre la posibilidad de una intervención temprana y unos resultados óptimos".
Un factor clave en esta "dinámica de gobierno" parecen ser los cambios en nuestro metabolismo, la compleja red de reacciones bioquímicas que tienen lugar en el interior de nuestro cuerpo.
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"El comportamiento y el metabolismo están relacionados, no se pueden separar", afirma Naviaux. "El metabolismo es el lenguaje que utilizan el cerebro, el intestino y el sistema inmunitario para comunicarse, y el autismo se produce cuando cambia la comunicación entre estos sistemas".
En un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Communications Biology, Naviaux y su equipo estudiaron dos cohortes de niños: recién nacidos, en los que no se puede detectar el autismo; y niños de 5 años, algunos de los cuales habían sido diagnosticados de autismo. Al comparar los perfiles metabólicos de los niños de la segunda cohorte, los investigadores descubrieron una sorprendente diferencia entre los niños neurotípicos y los que habían sido diagnosticados de autismo.
Curiosamente, de las 50 vías bioquímicas analizadas, sólo 14 eran responsables del 80% del impacto metabólico del autismo. En concreto, se trataba de vías implicadas en la regulación del modo en que nuestras células responden al estrés o a las lesiones. Naviaux planteó la hipótesis de que, en los niños con autismo, estas vías del estrés se desactivan con menos eficacia, lo que da lugar a una mayor sensibilidad a los estímulos ambientales.
Al comprender mejor la bioquímica de estas enfermedades, Naviaux espera que podamos desarrollar fármacos que actúen sobre estas vías y controlen más eficazmente los síntomas del autismo.
"Ahora que estamos estudiando a fondo cómo cambia el metabolismo en el TEA, podríamos estar al principio de un renacimiento farmacológico que creará nuevas opciones de tratamiento que nunca antes habían existido", afirma.