Los investigadores administraron ketamina o un placebo a 40 pacientes con depresión que ya estaban recibiendo anestesia mientras se sometían a una intervención quirúrgica. Las personas de ambos grupos informaron de una gran mejoría de los síntomas de depresión
Estudio de la Keramina
La ketamina, una droga para fiestas, ha recibido mucha atención por su potencial para ayudar a las personas con depresión grave y persistente que no han respondido a otros tratamientos.
Pero un nuevo estudio ha descubierto que el efecto de la droga puede estar en la cabeza de los pacientes que la toman.
Investigadores de Stanford Medicine administraron ketamina o un placebo a 40 pacientes con depresión que ya estaban recibiendo anestesia mientras se sometían a una intervención quirúrgica. Es importante destacar que ni los pacientes ni sus médicos sabían si habían recibido el fármaco o el placebo.
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Lo que descubrió el equipo fue una sorpresa: Los pacientes de ambos grupos manifestaron una gran mejoría de los síntomas de la depresión.
"Lo que esperábamos era que los pacientes que recibieron placebo... siguieran sin estar mucho mejor después de su procedimiento y su infusión y que los pacientes que recibieron ketamina estuvieran mejor", dijo la autora principal del estudio, la Dra. Theresa Lii, becaria postdoctoral en el Laboratorio Heifets de Medicina de Stanford en California.
"Eso era lo que habíamos previsto. Y, de hecho, lo que realmente nos sorprendió es que todo el mundo mejoró", dijo Lii.
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Una explicación podría ser que algo más nebuloso, tal vez la esperanza y las expectativas de una persona, pueden desempeñar un papel en el éxito del fármaco, sugirieron los autores.
La ketamina es un anestésico desarrollado a principios de la década de 1960. A principios de la década de 2000, un psiquiatra empezó a probar el fármaco en pacientes con depresión resistente al tratamiento, y los pacientes remitieron rápidamente, explicó Lii.
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"Desde entonces, la investigación ha despegado en el campo de la psiquiatría, tratando realmente de replicar el casi, yo diría milagro, de la ketamina en la depresión resistente", dijo Lii.
Lii y el Dr. Boris Heifets, profesor adjunto de anestesiología y medicina perioperatoria y del dolor, se preguntaron si la administración de ketamina podría ayudar a los pacientes sometidos a cirugía a deprimirse menos tras la intervención.
Los investigadores también pensaron que el aspecto quirúrgico podría ser una forma de probar realmente la ketamina a ciegas.
Una de las formas en que los investigadores evaluaron lo sucedido fue utilizando la llamada escala de calificación de la depresión de Montgomery-Åsberg.
Evaluaron a los pacientes un día después del tratamiento utilizando esta escala y descubrieron que las puntuaciones de depresión se reducían, de media, a la mitad. Este resultado se mantuvo durante las dos semanas de seguimiento.
Esto significa que la depresión de los pacientes podía calificarse de leve, en comparación con la depresión debilitante que sentían antes de la operación.
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Los investigadores no creen que la cirugía y la anestesia general fueran las razones del cambio, ya que en estudios anteriores no se había observado que la depresión mejorara a causa de la cirugía.
En cambio, atribuyen el mérito al papel de las expectativas positivas y a la atención que les prestó su equipo clínico.
Los pacientes que más mejoraron en las puntuaciones de depresión tenían más probabilidades de pensar que habían recibido ketamina, lo que implica que tenían expectativas de que mejorarían.
Los autores señalaron que este resultado podría denominarse esperanza, efecto placebo o sesgo de expectativa.
"No es algo trivial tomar a alguien que ha sido mal atendido por la máquina de la salud mental e infundirle la esperanza de que algo bueno podría suceder, y luego darle una experiencia a la que vincularlo", dijo Heifets.
Con los resultados del estudio y su diseño, no se responde definitivamente a la pregunta de si hubo algún efecto real de la ketamina o fue todo efecto placebo.
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Pero el efecto placebo no es necesariamente lo que la persona media podría pensar que es, explicó Lii.
"Creo que un término más técnico, pero que no estigmatiza tanto, es algo a lo que los investigadores solemos referirnos como efectos no específicos. Y eso engloba una gran variedad de cosas", dijo Lii.
Puede tratarse de las expectativas que tienen los pacientes. Puede tratarse de las interacciones que un participante tiene con su equipo asistencial. Y todo ello puede hacer que la gente se sienta mejor, añadió.
La ketamina es un fármaco que no está exento de riesgos y ha habido una proliferación de prescripciones no supervisadas de este medicamento, señaló Heifets.
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Lo que demuestra este ensayo es que la clave del éxito de la ketamina son estos factores ajenos al fármaco, como el establecimiento de expectativas y un seguimiento clínico estrecho, añadió.
Heifets dijo que puede haber alguna reacción fisiológica entre la esperanza y la ketamina.
Según los investigadores, esto podría implicar a los receptores opiáceos del cerebro, que intervienen en el procesamiento del dolor.
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Los resultados del ensayo también sugirieron que la respuesta antidepresiva no está realmente ligada a la experiencia psíquica de la droga, dijo el coautor del estudio, el Dr. Alan Schatzberg, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en Stanford Medicine.
"Creo que es muy importante", señaló Schatzberg.
El hecho de que los pacientes que sintieron que su depresión se reducía supusieran que habían recibido ketamina demuestra que el sesgo de expectativa es fundamental, dijo.
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Los resultados se publicaron recientemente en la revista Nature Mental Health.
"Creo que en realidad me alienta saber que cuanto más vemos a nuestros pacientes e interactuamos con ellos, si eso es de hecho responsable de la confusión de estos datos, entonces me alegro de que diga que cuanto más cuidamos a nuestros pacientes, más mejoran", dijo la Dra. Lisa Harding, psiquiatra de intervención en Depression MD en Connecticut.
